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Romper una relación, cambiar de ciudad, mudarse tres veces y cumplir cuarenta. Todo eso (y algunas cosas más) ha pasado en los últimos dos años. Y mi newsletter ha sido testigo de ello. Un testigo silencioso y comprensivo que observaba cada frase sin juzgar, haciendo cómplices a más de 10k personas que cada semana recibían mi falta de paz en su buzón de entrada.
La crisis de los 40 no existe, simplemente haces balance, pero estamos tan poco acostumbrados, que a pararse a pensar lo llamamos crisis. No lo es. Es una catarsis. En mi caso, ha sido también la oportunidad de conocerme mejor. Qué me gusta ahora, qué cosas son realmente mías y cuáles vienen heredadas. Qué quiero hacer con mi vida. Cómo saldremos a jugar la segunda parte del partido.
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